Bombillas de bajo consumo muy contaminantes

De entrada comentar que el asunto no es una "nueva" decisión que nos aporta el gobierno en materia de ahorro energético para con la iluminación eléctrica como por aquí se ha comentado. Ni mucho menos.

Normativa
La Unión Europea aprobó un calendario para la supresión progresiva de las bombillas tradicionales incandescentes de uso doméstico a partir del 1 septiembre del 2009 en sus estados miembros y su sustitución por los nuevos modelos de bajo consumo o de alta eficiencia.
A partir del 1/9/2009: Prohibición de comercializar bombillas de 100 W
A partir del 1/9/2010: Prohibición de comercializar bombillas de 75 W
A partir del 1/9/2011: Prohibición de comercializar bombillas de 60 W
Las últimas bombillas tradicionales (40 y 25 W), dejarán de comercializarse el 1 de septiembre del 2012. En España según el "Plan de Ahorro y Eficiencia Energética 2008-2011", está previsto adelantar esa fecha.

Ventajas y rendimiento
Una lámpara de filamento o incandescente de 100 W de potencia puede perder hasta un 80% por calor, radiación no visible y conexión, entregando al final tan solo 20 W de luz. Esto significa que una lámpara de filamento consume un 80% de energía que no se utiliza, pero se paga. Además, la vida media es de unas 1.000 horas (de 6 a 15 veces inferior a las CFL)
Las CFL pueden llegar a ahorrar hasta un 80% de energía sobre una convencional que entregue el mismo nivel de lúmenes. Su vida media se sitúa entre las 6.000 y 15.000 horas.

Funcionamiento
Las lámparas de bajo consumo utilizan la tecnología de los clásicos tubos fluorescentes a diferencia que mientras en las primeras el balastro es de tipo electrónico, en los segundos es de tipo electromagnético (reactancia y cebador)
El balastro electrónico incorporado en la propia lámpara, parte de la tensión de red (220 V/50Hz), que una vez rectificada alimenta a un oscilador (20...60 KHz) cuya frecuencia es la que utiliza para conseguir el arco y cebado de la lámpara. De esta manera no solo se consigue un mejor rendimiento, menor espacio y coste, sino que además el efecto estroboscópico propio de los 50 Hz de los tubos, no existe.
Las CFL contienen un gas inerte que una vez calentado por los filamentos de la lámpara (como en los tubos) se ioniza y facilita la creación de un puente conductor que genera electrones, es entones cuando el balastro suministra la chispa para que se produzca el arco al tiempo que los filamentos se apagan.
Los iones que se desprenden del gas inerte al chocar con los átomos de vapor de mercurio que contiene la CFL provocan una emisión de fotones de luz ultravioleta. Estos fotones (no visibles), chocan contra el recubrimiento fluorescente interno de la lámpara y liberan los fotones de la capa de fluor, emitiendo este último una luz visible al ojo humano.
Dependiendo del tipo de fluor utilizado el tono de la luz visible puede variar en un amplio espectro de temperatura de color, abarcando desde los 2.700 Kelvin (luz cálida), hasta los 7.000 Kelvin (luz día),

Inconvenientes
El primer inconveniente es que si el circuito oscilador no está lo suficientemente filtrado y al no ser la señal generada una onda sinusoidal pura, esta puede contener infinidad de armónicos que tanto por conducción a través de la línea de red como por radiación, pueden afectar y perturbar a equipos receptores sensibles como es el caso de los equipos de radioaficionados. En especial en las ondas largas, medias y cortas y en las modalidades de AM, SSB y digitales.

Por otro lado, el uso de vapor de mercurio, aunque en cantidades mínimas como son los 5 mg máximos permitidos, hacen que en caso de rotura se tengan que tomar unas precauciones de seguridad determinadas. En referencia a la radiación de rayos ultravioleta, con las nuevas tecnologías, cada vez son menos los emitidos (al exterior) por este tipo de lámparas.

A nivel de usuario, otro de los inconvenientes es la imposibilidad de utilizar interruptores electrónicos, ya que las CFL tienen un consumo alto en el momento del encendido (arranque), ni tampoco permiten el uso de reguladores externos del nivel de luz ya que la frecuencia de trabajo es independiente de la de la red eléctrica (50 Hz)

Alternativas
Una de las posibilidades es la utilización de lámparas eficientes de clase B y C como las del tipo halógenas cuyo consumo energético se encuentran entre las convencionales de incandescencia y las CFL.
Sin duda, la alternativa mejor es la utilización de lámparas de LED, que aun siendo una tecnología incipiente, cara y con muchas limitaciones lumínicas, tanto su durabilidad (+ de 50.000 horas), resistencia, inocuidad y bajo consumo harán que en un futuro no muy lejano sean las idóneas para la iluminación doméstica e incluso pública e industrial.

Lo más importante
No todas la CFL que se comercializan cumplen con los requisitos de seguridad eléctrica LVD y EMC (Compatibilidad electromagnética), aunque muestren el marcado "CE". Y de ahí quizá nuestro problema.
Esto es algo fácilmente comprobable. Solo hay que observar la diferencia del tiempo de cebado o nivel de permanencia lumínica a lo largo de su vida entre unas de una marca de confianza y otras de procedencia dudosa. En cuanto a las cantidades de vapor de mercurio, mejor ni lo hablamos. A pesar que a las lámparas CFL no se les aplique la normativa RoHS en cuanto a la limitación del uso de materiales tóxicos (a los tubos sí), actualmente en el mercado se pueden encontrar CFL con menos de 3 mg de mercurio.
Lo que sí se les grava es un "canon" de 0,2 euros por unidad en concepto de RAEE para su posterior reciclado a través de un SIG.

Conclusión
Ante la obligatoriedad de usar lámparas CLF, es conveniente seleccionar marcas de prestigio. Aunque no siempre, la diferencia entre el precio de una lámpara a otra puede ser un buen indicador y sobre todo una no fuente de QRM.