Carta a la Radioafición

Hoy es un día triste para la radioafición.

Esta carta no es para tomar partido por unos u otros, no, está carta es para tomar partido por mi afición, por nuestra afición. Sin miedos. No lleva nombre propios porque no son necesarios, porque en ella estamos todos los que participamos, disfrutamos o simplemente nos beneficiamos.

Después de tanto tiempo, esfuerzo y dedicación a esta faceta de la radio que son las activaciones de referencias, parece que sólo queda el reproche y la descalificación. Con que facilidad emitimos juicios sin disponer ni tan siquiera de información de las partes. Que fácil resulta pasar de los elogios al rechazo o la lapidación, sin antes haber intentado hablar y averiguar no lo que pasa, sino por qué está pasando, cómo se ha llegado a esta situación. Parece que prima el QSO en el log frente al operador de radio.

Cuántos de los que antes se mostraban tan afables con los sancionados desde sus activaciones, hoy los repudian, y olvidan su contribución casi con la misma velocidad con que los trabajaban y se apuntaban un new one.
No hay término medio, buenos o malos. A unos se les concede la presunción de inocencia, otros aparecen de perfil y a otros el destierro, y mientras tanto, nuestra afición va muriendo de ansia viva. Parece que lo importante es sólo el ranking, cueste lo que cueste sin mirar más allá, porque si lo hacemos podemos descubrir que todos (unos más que otros) nos equivocamos y somos posiblemente más culpables que los que hoy han sido desterrados o han emitido sentencia.
Cuántos de nosotros nos saltamos las normas básicas de comportamiento ético, día tras día, esas que estamos obligados a cumplir porque somos radioaficionados y porque lo exige la norma de los diplomas/concursos en los que participamos. Cuántos de nosotros hemos denunciado estás prácticas de forma contundente con nombres e indicativos, más allá del comentario en radio o entre amigos.

Cuando asumimos por defecto que sólo una de las partes se ha equivocado, cuando no intentamos profundizar, estamos propiciando que ésta se repita. Rara vez lo que llamamos la verdad está enteramente de una de las partes. Todo es susceptible de hacerse mejor y nuestra obligación debería de ser la de promover los cambios mediante el diálogo y la razón.

Lamento lo ocurrido, las amistades perdidas, la falta de diálogo, la falta de implicación y autocrítica, el daño producido y sobre todo lamento, no haber sido capaz de ayudar, de ayudarnos.

Kin, EA3CV